DICEN LOS ANIMALES
Javier Baptista, S.J.
¡Waw!, dice el perrito.
¡Miaw! el gatito.
El pollito: ¡Pío!.
¡Oj, oj! el chanchito.
¿Y el hombre qué dice?
¡Waw!, como el perrito.
sábado, 29 de septiembre de 2007
jueves, 20 de septiembre de 2007
En el lago oyeron tu llamado
EN EL LAGO OYERON TU LLAMADO
Javier Baptista, S.J.
En el lago oyeron tu llamado
los pescadores,
invitados a seguirte
por los caminos de Galilea.
Tú nos llamas a nosotros
para ser tus compañeros,
invitados a seguirte
por los caminos del mundo.
Ven y sígueme, le dijiste a Mateo.
De inmediato, sin mirar atrás,
él se dispuso a seguirte
por los caminos de Galilea.
Cuando yo era áun un niño,
tú me llamaste a mí un día,
y me invitaste a seguirte
por los caminos del mundo.
Dijiste a tus discípulos
que vayan primero
a anunciar tu palabra
por los caminos de Galilea.
Luego les dijiste que dejando Galilea,
vayan a Samaria y también a Judea,
para anunciar tu palabra
por los camins del mundo.
Javier Baptista, S.J.
En el lago oyeron tu llamado
los pescadores,
invitados a seguirte
por los caminos de Galilea.
Tú nos llamas a nosotros
para ser tus compañeros,
invitados a seguirte
por los caminos del mundo.
Ven y sígueme, le dijiste a Mateo.
De inmediato, sin mirar atrás,
él se dispuso a seguirte
por los caminos de Galilea.
Cuando yo era áun un niño,
tú me llamaste a mí un día,
y me invitaste a seguirte
por los caminos del mundo.
Dijiste a tus discípulos
que vayan primero
a anunciar tu palabra
por los caminos de Galilea.
Luego les dijiste que dejando Galilea,
vayan a Samaria y también a Judea,
para anunciar tu palabra
por los camins del mundo.
jueves, 13 de septiembre de 2007
Tibio...,tibio...
Tibio…, tibio
Estaban todos en el comedor, cuando repentinamente se oyeron al mismo tiempo timbrazos, golpes a la puerta y gritos. Era alarmante. Juan miró a su amigo Roberto y le hizo una señal de que lo siguiera. Lo llevó al tercer patio, el antiguo corral, donde detrás de una higuera había una pared medio deshecha y detrás un water de madera que había sido útil en tiempos antiguos. Margarita, su esposa, llevó a la cocina los platos y cubiertos que estaba usando Roberto y llevó la silla a una esquina. Todo se hizo a la velocidad del rayo y sin abrir la boca.
Margarita en persona abrió la puerta y sin decir nada entraron seis hombres, dos de ellos armados con rifles. “¡¿Dónde está Chacón?!”. “¿Qué Chacón?”. “¡No se haga a la que no sabe!”. El que habló primero les dijo a los otros: “¡Entren y revisen toda la casa!”. Se distribuyeron por todas partes estratégicamente: en el primer patio, sala de visitas, comedor de visitas, salita familiar, dormitorios, escritorio de Juan. En el segundo patio, cocina, comedor de diario, despensa, cuartos de baño, cuartos de la cocinera y criada.
Uno de los hombres se había fijado que un niño iba de un lado a otro diciendo: “Frío, frío”. Estando ya en el segundo patio, cuando el niño comenzó a decir: “Tibio, tibio”, el hombre se dirigió resueltamente al corral. Descubrió de inmediato a Chacón. Le dijo “Chhusta” al niño, poniéndose un dedo a la boca. Volvió al segundo patio y dijo en voz alta: “¡Aquí no hay nadie!”.
Estaban todos en el comedor, cuando repentinamente se oyeron al mismo tiempo timbrazos, golpes a la puerta y gritos. Era alarmante. Juan miró a su amigo Roberto y le hizo una señal de que lo siguiera. Lo llevó al tercer patio, el antiguo corral, donde detrás de una higuera había una pared medio deshecha y detrás un water de madera que había sido útil en tiempos antiguos. Margarita, su esposa, llevó a la cocina los platos y cubiertos que estaba usando Roberto y llevó la silla a una esquina. Todo se hizo a la velocidad del rayo y sin abrir la boca.
Margarita en persona abrió la puerta y sin decir nada entraron seis hombres, dos de ellos armados con rifles. “¡¿Dónde está Chacón?!”. “¿Qué Chacón?”. “¡No se haga a la que no sabe!”. El que habló primero les dijo a los otros: “¡Entren y revisen toda la casa!”. Se distribuyeron por todas partes estratégicamente: en el primer patio, sala de visitas, comedor de visitas, salita familiar, dormitorios, escritorio de Juan. En el segundo patio, cocina, comedor de diario, despensa, cuartos de baño, cuartos de la cocinera y criada.
Uno de los hombres se había fijado que un niño iba de un lado a otro diciendo: “Frío, frío”. Estando ya en el segundo patio, cuando el niño comenzó a decir: “Tibio, tibio”, el hombre se dirigió resueltamente al corral. Descubrió de inmediato a Chacón. Le dijo “Chhusta” al niño, poniéndose un dedo a la boca. Volvió al segundo patio y dijo en voz alta: “¡Aquí no hay nadie!”.
martes, 11 de septiembre de 2007
¿Soy originario?
¿SOY ORIGINARIO?
Javier Baptista, S.J.
De España llegaron el sauce y el pino,
zanahoria y cebolla, lechuga, ¡y el trigo!,
nardo perfumado, coloridas rosas,
jazmin fragancioso y alegres claveles.
Con alegres cantos fueron recibidos
por molles y jarcas, chilijchis y tarcos.
Hicieron gran fiesta locotos y papas.
El maíz aplaudió con sus grandes hojas.
De España llegaron austeros olivos,
manzanas y peras y sonoras nueces.
Llegaron naranjas, limas y limones,
variados duraznos y uvas deliciosas.
Fueron recibidos por las chirimoyas.
Vestida de fiesta bailó la kantuta.
Dando grandes saltos llegaron las paltas,
tumbos y pacaes, yucas y guayabas.
De España llegaron el burro y la vaca,
hermosos caballos y blancas ovejas.
Los gatos, los perros, bien originarios,
tenían parientes llegados de España.
También los conejos tenían parientes.
Se hicieron amigas la llama y la oveja.
Cantaron a coro tiluchi y canario,
y todos sabían que Dios los amaba.
De España llegaron hombres y mujeres,
huyendo del hambre, buscando trabajo,
Con originarios se dieron de palos,
pateando y gritando: "¡Ellos son los malos!.
Los hombres peleaban. Nunca razonaban.
Buscaban razones para masacrarse.
No tenían tiempo para hacer preguntas
en sus corazones al Señor del cielo.
Sólo se acusaban y no perdonaban.
El que más gritaba: "¡Soy originario!,
nunca les hablaba ni en quechua ni aymara,
porque sólo hablaba la lengua opresora.
"¡Yo soy originario!", gritó un español,
"porque hablo quechua y también aymara.
Tengo ch'ulo y ch'uspa. Soy más boliviano
que cualquier mestizo que habla castellano".
Plantas y animales a Dios preguntaron:
"¿Yo soy extranjero? ¿Soy originario?
"Es pregunta absurda. Todos son hermanos.
Los aquí nacidos son originarios.
Javier Baptista, S.J.
De España llegaron el sauce y el pino,
zanahoria y cebolla, lechuga, ¡y el trigo!,
nardo perfumado, coloridas rosas,
jazmin fragancioso y alegres claveles.
Con alegres cantos fueron recibidos
por molles y jarcas, chilijchis y tarcos.
Hicieron gran fiesta locotos y papas.
El maíz aplaudió con sus grandes hojas.
De España llegaron austeros olivos,
manzanas y peras y sonoras nueces.
Llegaron naranjas, limas y limones,
variados duraznos y uvas deliciosas.
Fueron recibidos por las chirimoyas.
Vestida de fiesta bailó la kantuta.
Dando grandes saltos llegaron las paltas,
tumbos y pacaes, yucas y guayabas.
De España llegaron el burro y la vaca,
hermosos caballos y blancas ovejas.
Los gatos, los perros, bien originarios,
tenían parientes llegados de España.
También los conejos tenían parientes.
Se hicieron amigas la llama y la oveja.
Cantaron a coro tiluchi y canario,
y todos sabían que Dios los amaba.
De España llegaron hombres y mujeres,
huyendo del hambre, buscando trabajo,
Con originarios se dieron de palos,
pateando y gritando: "¡Ellos son los malos!.
Los hombres peleaban. Nunca razonaban.
Buscaban razones para masacrarse.
No tenían tiempo para hacer preguntas
en sus corazones al Señor del cielo.
Sólo se acusaban y no perdonaban.
El que más gritaba: "¡Soy originario!,
nunca les hablaba ni en quechua ni aymara,
porque sólo hablaba la lengua opresora.
"¡Yo soy originario!", gritó un español,
"porque hablo quechua y también aymara.
Tengo ch'ulo y ch'uspa. Soy más boliviano
que cualquier mestizo que habla castellano".
Plantas y animales a Dios preguntaron:
"¿Yo soy extranjero? ¿Soy originario?
"Es pregunta absurda. Todos son hermanos.
Los aquí nacidos son originarios.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Los carnavales
LOS CARNAVALES
Javier Baptista, S.J.
Niños, jóvenes y viejos
comienzan el carnaval.
Los niños todos los años
saben que es una gran fiesta,
como todo cumpleaños,
como toda Navidad.
Para personas mayores
es tiempo de festejar,
alegres y divertidos,
la llegada del descanso,
gozando con los amigos,
como en todo carnaval.
Los niños, bien disfrazados,
de cauboyes o piratas,
payasos o pieles rojas,
se pasean por la plaza
para ser muy festejados
por amigos y parientes.
En las iglesias vacías,
las señoras muy beatas
rezan bien compungidas
por todos los pecadores
que en estos días y noches
serán grandes farreadores.
En el corso de las flores,
con mixtura y serpentinas,
en las calles y balcones,
en galerías y esquinas,
se amontonan los mirones
gozando del carnaval.
Aparece el primer carro.
Es Diana la cazadora
con sus muchas amazonas.
En el segundo carro
la reina de las flores
está digna y majestuosa,
rodeada de admiradores.
Aquel que viene es Neptuno
con las sirenas del mar.
Entra también Don Quijote,
montado en su Rocinante.
Lo acompaña Sancho Panza,
saludador y galante.
A eso del anochecer,
dominós y mascaritas
poco a poco van llenando
las salas y los salones.
A las nueve de la noche
aumentan los bailadores.
Llegó el lunes, llegó el martes.
Desde todos los balcones
la lluvia de los baldazos
moja a todos los peatones.
Atacan con manguerazos
los que están en los camiones.
En las calles hay combates
con globos y cascarones.
Se fueron los carnavales.
Quedan sólo los ancianos,
sumidos en sus recuerdos
de los tiempos ya pasados.
Javier Baptista, S.J.
Niños, jóvenes y viejos
comienzan el carnaval.
Los niños todos los años
saben que es una gran fiesta,
como todo cumpleaños,
como toda Navidad.
Para personas mayores
es tiempo de festejar,
alegres y divertidos,
la llegada del descanso,
gozando con los amigos,
como en todo carnaval.
Los niños, bien disfrazados,
de cauboyes o piratas,
payasos o pieles rojas,
se pasean por la plaza
para ser muy festejados
por amigos y parientes.
En las iglesias vacías,
las señoras muy beatas
rezan bien compungidas
por todos los pecadores
que en estos días y noches
serán grandes farreadores.
En el corso de las flores,
con mixtura y serpentinas,
en las calles y balcones,
en galerías y esquinas,
se amontonan los mirones
gozando del carnaval.
Aparece el primer carro.
Es Diana la cazadora
con sus muchas amazonas.
En el segundo carro
la reina de las flores
está digna y majestuosa,
rodeada de admiradores.
Aquel que viene es Neptuno
con las sirenas del mar.
Entra también Don Quijote,
montado en su Rocinante.
Lo acompaña Sancho Panza,
saludador y galante.
A eso del anochecer,
dominós y mascaritas
poco a poco van llenando
las salas y los salones.
A las nueve de la noche
aumentan los bailadores.
Llegó el lunes, llegó el martes.
Desde todos los balcones
la lluvia de los baldazos
moja a todos los peatones.
Atacan con manguerazos
los que están en los camiones.
En las calles hay combates
con globos y cascarones.
Se fueron los carnavales.
Quedan sólo los ancianos,
sumidos en sus recuerdos
de los tiempos ya pasados.
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