lunes, 2 de julio de 2007

Bernardino de Cárdenas

Introducción.- Para un jesuita boliviano el estudio del conflicto entre Fray Bernardino de Cárdenas y los jesuitas es un tema muy atrayente pero también muy difícil. Es atrayente porque Fray Bernardino de Cárdenas, nacido en La Paz, es el obispo boliviano más conocido, sobre el cual se ha escrito más que sobre ningún otro prelado nacido en Bolivia. Ya el título elegido por Augusto Guzmán para su novela inspirada en Fray Bernardino es sugerente: “El Kolla mitrado”. Augusto Guzmán no dice “Un Kolla mitrado”. Es “el kolla” que ha llegado a ser “obispo”. Se podría discutir la adecuación del término, tratándose de un personaje descendiente de españoles, que sin duda no tuvo nada de sangre “kolla”. Pero nació en La Paz, y Guzmán, deseando encontrar un epíteto que indicara su pertenencia a nuestro suelo, desechando otros adjetivos posibles, como “criollo, charquense, paceño, altoperuano, boliviano, ” escogió el de “kolla” para indicar claramente que fue “nuestro”, que fue “boliviano”. El tema es difícil para un jesuita boliviano porque Fray Bernardino llegó a la fama internacional sobre todo por sus célebres conflictos con los jesuitas.

Cárdenas y Contreras.- Las diversas fuentes no están de acuerdo sobre la fecha de nacimiento de Cristóbal de Cárdenas, quien en la Orden Franciscana cambió su nombre por el de Bernardino. Según la inscripción que aparece en su retrato en el Convento de San Francisco del Cusco, nació el 19 de mayo de 1562 en La Paz. Según el P. Pedro de Anasagasti nació en esa fecha en Pichu (Obrajes), La Paz. Según otros nació en 1577, 1578 o 1579. Fueron sus padres Celestino Félix de Cárdenas y Teresa Ponce. Conoció sin duda a los jesuitas desde su infancia, pues a los 15 años de edad, como muchos jóvenes de las principales familias de La Paz, fue enviado por sus padres a Lima al Colegio San Martín de los jesuitas, considerado entonces el mejor colegio de humanidades del virreinato. Habiendo jesuitas en La Paz, no se puede descartar la idea de que alguno de ellos tuvo algo que ver con la inscripción de Cristóbal de Cárdenas en el Colegio San Martín.

Uno de sus primeros adversarios jesuitas fue un paceño como él, y también como él, alumno del Colegio San Martín: Francisco de Contreras, nacido en 1577, hijo de Vasco de Contreras y de Teresa de Ulloa, ricos sevillanos, encomenderos de Caracollo (Oruro). Dado el tamaño de la ciudad de La Paz de entonces, y dado el escaso número de españoles pudientes, se puede suponer que las familias de ambos se conocieron, y que incluso ellos mismos se conocieron antes de irse a Lima. Francisco de Contreras llegó al Colegio San Martín de Lima, en 1591, a los 14 años de edad. Cristóbal de Cárdenas, si nació en 1579, llegó a Lima en 1594, a los 15 años de edad. En ese caso, no fueron condiscípulos, pero sin duda tuvieron trato entre sí por ser paisanos, por lomenos durante un año.

Francisco de Contreras entró al noviciado de los jesuitas en Lima en 1595, a los 18 años de edad, terminados sus estudios de humanidades. Probablemente en 1597, también a los 18 años, Cristóbal de Cárdenas entró al noviciado de los franciscanos en la Provincia de San Antonio de los Charcas, y desde entonces fue conocido como Bernardino. Según Efrocina Cristaldo ingresó a los 16 años (si nació en 1562, sería en 1578) en el convento de Lima, perteneciente a la Provincia de los Doce Apóstoles.

De ambos se dice que desde niños sabían aymara y quechua. En esos tiempos era absolutamente normal que los niños criollos de La Paz, educados entre indígenas, supieran desde la infancia hablar aymara. Lo que nos puede sorprender es que unos paceños sepan además el quechua. En el caso de Contreras hay una explicación lógica. Sus padres eran encomenderos de Caracollo, donde se habla predominantemente el quechua. Si se supone, lo que es muy probable, que pasó su infancia alternando estadías largas en La Paz y Caracollo, ya no sorprende que a su ingreso al noviciado fuera trilingue.

Hay otro punto en común entre los dos religiosos paceños. Del P. Contreras sabemos que por sus conocimientos del quechua, siendo Rector del Colegio de Arequipa (1611-1614), fue elegido para participar en la campaña de extirpación de la idolatría, promovida por el Arzobispo de Lima, Bartolomé

Lobo Guerrero. De Fray Bernardino sabemos que en 1629, siendo cura de la doctrina de Camata, fue nombrado por el Concilio Provincial Platense delegado para la extirpación de la idolatría. Y aquí acaba el paralelo.

El P. Contreras no fue misionero sino catedrático de filosofía y teología en el Colegio San Pablo de Lima y Rector de los Colegios de Arequipa, Cusco y San Pablo de Lima. Fuera de la mención del libro del noviciado, de que sabía dos idiomas indígenas, y del nombramiento como extirpador de idolatrías por sus conocimientos linguísticos, se ve que en sus ministerios ordinarios no solía emplear ni el quechua ni el aymara. Conocemos solamente dos obras publicadas por el P. Contreras, ambas producto de la elucubración de un catedrático, ambas en ataque a Fray Bernardino: 1) “Iudicium de validitate consecrationis cuiusdam episcopi Bernardini a Cárdenas, nondum acceptis litteris pontificiis. Lima, 1641” (Juicio acerca de la validez de la consagración del Obispo Bernardino de Cárdenas antes de recibir las letras pontificias). 2) “Información sobre que los electos para obispos no pueden consagrarse ni tomar posesión de sus obispados sin que primero reciban las letras apostólicas de Su Santidad”. Madrid, 1647.

En cambio, Fray Bernardino se dedicó desde su ordenación sacerdotal (1600?) a la labor misionera. Fue Guardián de los Convento de Chuquisaca (1614-) y Potosí (1620) y misionero entre los lecos y chunchos de Apolobamba (1621-1627) . Intervino eficazmente para lograr la pacificación en un levantamento de indígenas en Songo, Challama y Simaco en el departamento de La Paz (1625). Fue cura de la doctrina de Camata (1628). En diferentes épocas del año recorrió como misionero itinerante gran parte de los actuales territorios del Perú y Bolivia, destacándose como predicador en quechua y aymara. Publicó el “Memorial y relación verdadera de las cosas del Reino del Perú. Madrid, 1634”.

El nombramiento de obispo.- En 1638 la Audiencia de Charcas recomendó el nombre de Fray Bernardino para uno de los obispados por sus condiciones como conversor de indios. En 1639 el Cabildo Civil del Cusco propuso su nombre para el obispado del Cusco, por ser acepto a españoles e indios. Según el P. Egaña el 18 de mayo de 1640 Fray Bernardino fue electo Obispo de Asunción en la Gobernación del Paraguay. Al enterarse de la noticia, el Cabildo Civil de Potosí suplicó al rey que Fray Bernardino de Cárdenas fuera nombrado más bien Obispo de Potosí por el fruto que hacía. Y aquí caben algunas consideraciones. El rey y sus consejeros estaban muy lejos. Para ellos era lo mismo el Cusco, Arequipa, Potosí, Chuquisaca, Tucumán, Asunción, Quito, Santiago de Chile. Esa falta de adecuación a la grey en el presentado como pastor, sin consideración al itinerario y a las condiciones del personaje y a las características y circunstancias locales, fue la principal causa de los conflictos que surgieron entre Fray Bernardino y los jesuitas. Fray Bernardino no era un jinete para ese caballo.

Dos fueron los “errores humanos” que cometió el funcionario desconocido que decidió el nombramiento de Fray Bernardino como Obispo de Asunción, nombramiento que fue puesto en la mesa del rey para su firma de oficio. El primero fue sacarlo de su “habitat” natural (el sur del Perú y Bolivia), donde todas sus cualidades se ejercitaban en plenitud. Conocía bien, tanto a los indígenas como a los españoles. Podía bandearse con perfección frente a situaciones conflictivas de todo tipo. Sus conocimientos del quechua y del aymara lo hacían efectivamente un candidato excelente para ser pastor de cualquiera de las greyes del mundo andino. Como consecuencia, el segundo error fue mandarlo a un territorio diferente al andino, y que le era totalmente desconocido, tanto en el mundo indígena como en el mundo español. Y por supuesto, como misionero y pastor no podía ser muy eficaz entre los guaraníes, ya que a los 61 años de edad , o más, era mucho pedir a un hombre que pudiera aprender el guaraní y llegar a conocer la mentalidad y las costumbres de los guaraníes. Entre sus obras Efrocina Cristaldo menciona vocabularios y rituales an aymara, quechua, puquina, takama y guaraní. Posible, pero no probable, es que Fray Bernardino pudiera haber redactado esas obras en quechua, aymara o puquina. Es muy dudoso que supiera takama. Y resulta mucho más dudoso, que viviendo en el mundo andino, hubiera sido capaz de redactar esas obras en guaraní. No se puede descartar que tuviera en su biblioteca esas obras. Incluso las escritas en quechua y aymara, es muy probable que sean de otro autor.

Con respecto a los jesuitas, a quienes apreciaba y respetaba, a muchos de los cuales conocía personalmente, sin duda se hubiera presentado el problema de la toma de posesión del cargo sin haber recibido las bulas pontificias, como hemos visto en el caso del P. Contreras. Al fin y a l cabo, ese problema se solucionó. Pero todo lo demás, quizás no habría sucedido si hubiera sido efectivamente obispo de los “kollas”.

Las bulas pontificias.- Debido a la institución del Patronato, quien designaba a los obispos era el rey, pero quien le daba la posesión canónica del cargo era el papa. Teóricamente podía suceder que el papa no diera el visto bueno a un nombre presentado por el rey, pero en la práctica eso se daba muy rara vez. Con demasiada frecuencia, las bulas pontificias llegaban mucho después que la carta del rey. A veces tardaban no meses sino años, o nunca llegaban. No hubiera existido el problema si los oficios reales y pontificios hubieran sido mandados al mismo tiempo en las mismas naves, con las copias habituales en diferentes vías. Pero eso no sucedía. El rey mandaba el nombramiento real a Roma, y antes de saber si el papa aceptaría o no la designación hecha, el pliego ya viajaba a las Indias. Unos opinaban que un obispo electo podía hacerse cargo de la diócesis con las mismas atribuciones que un vicario capitular, por lo tanto con jurisdicción como ordinario, pero no podía ser consagrado obispo antes de recibir las bulas pontificias. Según otros, para tener jurisdicción no bastaba la cédula real. Con todo, podía el electo ser nombrado Vicario Capitular por el Cabildo Catedralicio.

Según Efrocina Cristaldo, en 1639 recibe Fray Bernardino la notificación de que su nombre ha sido enviado a Roma para ocupar el Obispado de Asunción, lo cual quiere decir que el nombramiento real fue de 1638, y no de 1640, como dice el P. Egaña.Las bulas pontificias son despachadas el 18 de agosto de 1640. Antes de que lleguen a sus manos, emprendió Fray Bernardino el viaje a Asunción. De camino, en agosto de 1641 consultó a los jesuitas de Salta si podía consagrarse basándose en la certeza de que las bulas habían sido expedidas, pues había recibido una carta desde Roma, del Cardenal Antonio Barberini, quien, aunque no le daba el tratamiento debido a un obispo, se refería a asuntos relativos a la administración de los obispados. Los jesuitas de Salta le dieron su parecer favorable. La carta del Cardenal Barberini estaba fechada el 12 de diciembre de 1638.

¿Por qué Fray Bernardino no preguntó primero a los jesuitas que conocía, de Lima, Arequipa, Cusco, La Paz, Chuquisaca o Potosí?. Podía también haber consultado a canonistas franciscanos, dominicos, agustinos y seculares. Si lo hizo no nos consta. El hecho de haberse lanzado a los caminos sin haber consultado previamente a nadie, es ya indicio de que estaba decidido a ser consagrado obispo cuanto antes.

Deseoso tal vez de contar con la aprobación de jesuitas de mayor nivel académico que los de Salta, desde allí Fray Bernardino escribió al P. Diego de Boroa, Rector del Colegio de Córdoba (Facultad de Filosofía y Teología), el equivalente del Colegio San Pablo de Lima, remitiéndole el escrito de los jesuitas de Salta y pidiéndole su firma. El P. Boroa le respondió que consultados los teólogos y canonistas de su colegio, opinaba que en conformidad con el derecho corriente no podía consagrarse aún. A pesar de ese parecer, Fray Bernardino prosiguió su viaje a Santiago del Estero. Mostró al Obispo del Tucumán, Fray Melchor de Maldonado, O.S.A., únicamente el documento firmado por los jesuitas de Salta. El Obispo Maldonado lo consagró el 12 de octubre de 1641. De regreso a Córdoba, Fray Bernardino pidió al P. Boroa un escrito probando la legitimidad de su consagración, a lo que éste se negó. Ese mismo año se publicó en Lima el tratado del P. Francisco de Contreras, ya citado, impugnando la validez de la consagración de Fray Bernardino. El Provincial de los jesuitas del Paraguay, P.Francisco Lupercio Zurbano, ordenó a sus súbditos no tocar el tema. Fray Bernardino tomó posesión de la diócesis de Asunción el 20 de mayo de 1642. En noviembre de ese año llegaron las bulas con fecha del 18 de agosto de 1640, o sea, con un retraso de dos años.

Con la llegada de las bulas pasó y se olvidó el incidente. Fray Bernardino visitó las reducciones de los jesuitas. En carta al superior de las misiones, P. José Cataldino, se mostró muy satisfecho con lo que había visto y no escatimó sus elogios. Sus informes sobre los jesuitas al Rey Felipe IV no podían ser más favorables. Le dice que los jesuitas defienden sus reducciones “con valor e incansable trabajo de las continuas guerras, invasiones y robos que los portugueses de la villa de San Pablo, del estado del Brasil, hacen y han hecho a menudo en aquellas provincias de la corona de Castilla, para cuya defensa han hecho y hacen los dichos religiosos grandes gastos con armas, municiones y los demás pertrechos de guerra “.

(Egaña, p.186).

El servicio personal , las minas de oro y el catecismo guaraní.- Un nuevo conflicto surgió a raíz de la diferente visión de Fray Bernardino sobre el servicio personal de los indios. Los jesuitas no aceptaban que los indios de sus reducciones trabajaran para los españoles, punto de vista que no compartía el obispo. También aquí se ve que pesó su experiencia de trabajo en las Audiencias de Lima y Charcas. En esos territorios la mayor parte de las doctrinas de indios se encontraban en tierras bajo el mando de los españoles. Por otra parte, Fray Bernardino dio oídos a la leyenda de la existencia de minas de oro en las reducciones. Informó en ese sentido a Chuquisaca, Lima y Madrid, afirmando que los jesuitas se enriquecían en perjuicio de la corona.

Más grave fue su oposición total al catecismo guaraní usado por los jesuitas. Los acusó de herejía, por usar palabras no adecuadas. En realidad, ese catecismo era el de Fray Luis de Bolaños , franciscano, aprobado por dos sínodos diocesanos. Por real cédula del 1º de junio de 1651 el Arzobispo de La Plata, Juan Alonso Ocón, recibió el encargo de averiguar de oficio sobre la denuncia presentada por el Obispo Cárdenas. El 12 de julio de 1655 el Arzobispo Ocón ordenó que se hiciera en Asunción por seis personas doctas el examen del catecismo guaraní. En 1661 dieron su veredicto exonerándolo de herejía. Aquí también podemos ver que la raíz del conflicto se encuentra en el hecho de que Fray Bernardino estaba acostumbrado al Catecismo Trilingue del III Concilio Limense, de 1584 (Castellano, Quechua, Aymara). En este catecismo, tanto en quechua como en aymara, los traductores evitaron cuidadosamente y sistemáticamente el uso de palabras propias de los idiomas indígenas para los principales conceptos religiosos. Por ejemplo, no tradujeron la palabra “Dios”, sino que impusieron la palabra castellana. Tanto en quechua como en aymara, los traductores no usaron los términos de “Wiraqocha” o “Pachakamaq” para referirse a Dios, por el temor de que al conservarlos se mantuvieran conceptos precristianos, incompatibles con los atributos de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. En cambio, en guaraní se traducía la palabra “Dios” con el término guaraní “Tupá”, lo que disgustaba profundamente al Obispo Cárdenas.

Estalla el enfrentamiento.- En un momento dado el Obispo Cárdenas quiso que los jesuitas le regalen una hacienda que habían comprado, y al negarse éstos a dársela, les ordenó abandonarla en el plazo de ocho días. El Gobernador de Asunción Gregorio de Hinestrosa, amigo de los jesuitas, para defenderlos tomó una medida totalmente arbitraria. Obtuvo de los jesuitas, dominicos y mercedarios un documento en el que se afirmaba que Fray Bernardino de Cárdenas carecía de jurisdicción. El 5 de noviembre de 1644 el Gobernador Hinestrosa reunió en la catedral al clero y fieles. El Vicario General, Cristóbal Sánchez, declaró sede vacante y tomó posesión de la diócesis. Hallándose el obispo en la misión franciscana de Yaguarón, a 8 kilómetros de Asunción, corrió la voz de que preparaba un ejército para deponer a Hinetrosa y expulsar a los jesuitas, con la intención de dar las reducciones a sus partidarios. Hinestrosa mandó en nombre del rey a los caciques de las reducciones el envío de 600 guaraníes. Sin presentar combate salió el Obispo Cárdenas expulsado de Asunción, después de excomulgar al gobernador y a los jesuitas. Se fue a residir a Corrientes, donde permaneció hasta 1647.

Ese mismo año fue nombrado un nuevo gobernador, Diego de Escobar y Osorio. El Obispo Cárdenas se presentó en Asunción el 25 de febrero de 1647 con una cédula de la Audiencia de Charcas, que ordenaba su restitución como Obispo de Asunción. Muerto Escobar a principios de 1649, el Obispo Cárdenas fue elegido por el Cabildo Civil el 4 de marzo de 1649 gobernador interino, capitán general y supremo justicia del Paraguay. Con todos esos cargos, el 7 de marzo de 1649 expulsó a los jesuitas del territorio de la Gobernación del Paraguay. Seis meses más tarde llegó Sebastián de León y Zárate, nombrado gobernador interino por la Audiencia de Charcas. Requirió 1000 arcabuceros guaraníes de las reducciones jesuíticas para hacer su entrada en Asunción. Con éstos iban dos jesuitas como capellanes, y otros dos en la comitiva de León y Zárate. Mal informado sobre el número de las fuerzas que acompañaban al nuevo gobernador, Cárdenas ordenó a los suyos presentar batalla. Derrotados sus partidarios, recibió la orden de presentarse en Chuquisaca para dar cuenta a la Audiencia de sus actos. El Virrey del Perú comisionó al Oidor Andrés Garavito de León para dilucidar la situación, el cual declaró nulas e injustas las medidas adoptadas por Cárdenas contra los jesuitas.

El 29 de mayo de 1651 los oidores de la Audiencia de Charcas escribieron a Felipe IV: “Señor, el Reverendo Obispo del Paraguay, don Fray Bernardo de Cárdenas, se halla al presente en esta ciudad, a donde fue llamado por órdenes del Gobierno, juzgándose por medio conveniente para la quietud de aquellas provincias su comparecencia, en las disensiones grandes que entre dicho Obispo y religiosos de la Compañía de Jesús ha habido y hay en los particulares de que en otras ocasiones se ha dado cuenta a Vuestra Majestad, uno de los cuales es que en las reducciones y doctrinas que están a cargo de dichos Padres hay minas de oro muy considerables, defraudándose a Vuestra Majestad de ellas y sus quintos reales, cerca de los cual se han hecho algunos autos que por no estar con la perfección conveniente no se remiten a Vuestra Majestad en esta ocasión hasta poner en ellas la última mano sobre que se ha dado al Virrey Conde de Salvatierra para que luego nombre persona de entereza y satisfacción que vaya a aquellas partes a sacar a luz la verdad de tan público rumor, y con su resulta será Vuestra Majestad informado con certeza y remisión de todos los autos concernientes. También ha insinuado dicho Obispo que son sinnúmero los indios que hay en dichas reducciones y doctrinas y que no pagan tributo ninguno en que es Vuestra Majestad damnificado en grandes sumas, como también en no estar recibida entre ellos la Bula de la Cruzada y que los religiosos curas no están presentados conforme lo requiere el Real Patronazgo, de todo lo cual queda esta Audiencia advertida y el Fiscal de ella pedirá lo que convenga al mayor servicio de Vuestra Majestad, que luego se mandará ejecutar no habiendo Cédula encontrada a favor de dichos indios de que se informará a Vuestra Majestad en la primera ocasión en la resolución que se tomare y respecto de que los encuentros de dicho Reverendo Obispo con dichos religiosos han sido tan grandes como graves. Parece a esta Real Audiencia que siendo Vuestra Majestad servido puede honrar a dicho obispo con el Obispado de Quito que está vaco, y es merecedor de él por sus años, virtud y servicios y no convenir vuelva al Paraguay porque porque no se enciendan nuevas disensiones cuando tanto importa se apaguen las causadas. Guarde Dios la Católica Real Persona de Vuestra Majestad muchos años como la cristiandad ha menester, Plata y mayo veinte y nueve de 1651. Doctor don Francisco de Sossa, Licenciado de Antonio de Quijano y Heredia, Doctor don Luis Joseph Merlo de La Fuente, Licenciado don Fabián de Baldez Carrillo”.ue se tomare y respecto de que los encuentros de dicho Reverendo Obispo con dichos religiosos han sido tan grandes como grav .

Fray Bernardino viajó a la Paz, su ciudad natal, entonces sede vacante. El Cabildo Eclesiástico lo nombró cura de las parroquias suburbanas de San Sebastián y Santa Bárbara. El 21 de mayo le dio facultad para confirmar y para ordenar sacerdotes. Se la quitó el 27 de diciembre por haber ordenado sacerdotes en Oruro sin su licencia.

En 1657 la Congregación del Concilio de Trento declaró que la consagración episcopal de Bernardino de Cárdenas había sido válida en cuanto al conferimiento del sacramento e impresión del carácter, y nula en cuanto al ejercicio de sus facultades, y que por lo tanto la toma de posesión había sido ilegítima. El Papa Alejandro VII otorgó al consagrado y al consagrante absolución y dispensa el 16 de febrero de 1658. En 1660 el Consejo de Indias ordenó su reposición a Asunción, que no fue posible por su edad avanzada. Se dice que pensaron hacerlo Obispo de Popayán...En 1663 fue nombrado Obispo de Santa Cruz de la Sierra, que administró desde Mizque, de 1663 a 1666. Por razones de salud se trasladó a Arani en 1667. Falleció allí el 20 (o 24) de octubre de 1668., con fama de santidad. En su testamento había escrito: “Item declaramos que aunque es verdad que siendo obispo de las provincias del Paraguay tuvimos algunas diferencias con los religiosos de la Compañía de Jesús sobre cosas del gobierno de nuestro obispado, fue porque siempre nos pareció defender la verdad en servicio de Dios y del Rey Nuestro Señor, y no por manchar tan santa religión, y así, si en algo excedí, pido perdón a los dichos religiosos, y si de nuestra parte fuéremos agraviados, perdonamos por Dios Nuestro Señor toda la ofensa nuestra, y así lo declaramos para descargo de nuestra conciencia” (Cristaldo, p.14).

Fray Bernardino de Cárdenas, durante su vida y después de su muerte, fue visto como víctima de los jesuitas o como su perseguidor. Los sucesos escandalosos, en los que hubo intransigencia y violencia por parte de los dos bandos encontrados, a favor o en contra de Cárdenas, no fueron cubiertos con la capa del olvido como tantos otros ocurridos a lo largo de la época virreinal entre obispos y religiosos o entre autoridades eclesiásticas y civiles. Mantenidos vivos durante un siglo durante la campaña por la supresión de los jesuitas, sirvieron como arma en manos de sus enemigos. En toda Europa se difundió una traducción francesa de un memorial presentado al Rey de España en defensa de la reputación y de la dignidad de Fray Bernardino de Cárdenas. En Madrid se publicó en 1768 una colección de documentos tocantes a la persecución de que éste fue objeto por parte de los jesuitas. Lamentablemente, la figura del obispo enfrentado con los jesuitas oscureció a la del misionero.

Obra.- Cárdenas, Bernardino de, O.F.M.- Memorial y relación verdadera de las cosas del Reino del Perú. Madrid, 1634.

Fuentes.-

Archivo Romano Societatis Iesu (ARSI). Fondo Gesuitico. 845.

- Colección general de documentos tocantes a la persecución que los regulares de la Compañía suscitaron contra el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Fray D. Bernardino de Cárdenas. 2 t. Madrid, 1768.

- Mémorial présenté au Roy d’ espagne pour la déffense de la réputation, de la dignité et de la personne de l’Illustrissime et Révérendissime Dom Bernardino de Cardenas, Evesque de Paraguay. 1667.

Bibliografía,-

-Anasagasti, P. de, O.F.M. Los franciscanos en Bolivia. La Paz, 1992.

-Astráin, A, S.J. Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, 5, pp. 592-624.

-Contreras, Francisco de, S.J. Iudicium de validitate cuiusdam episcopi Bernardini a Cárdenas, nondum acceptis litteris pontificiis. Lima, 1641.. Pastells, P. Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay. Madrid, 1915,II.

- Cristaldo, Efrocina. Fray Bernardino de Cárdenas, predicador y misionero apostólico. (Manuscrito. Cochabamba, 1995).

-Egaña, A. de, S.J. Historia de la Iglesia en la América española. Madrid, 1966, pp. 186-188.

- Furlong, G, S.J. Misiones y sus pueblos de guaraníes. Buenos Aires, 1962, pp. 626-629.

- Mendiburu, M. Diccionario histórico-biográfico del Perú. III, pp. 302-305.

-Molina, P. Historia del Obispado de Santa Cruz de la Sierra. La Paz, 1938.

-Vargas Ugarte, S.J. Fray Bernardino de Cárdenas, Obispo del Paraguay. Boletín del Instituto de Investigaciones históricas. 10 (1930), pp. 81-102.

- New Catholic Encyclopedia. (L.G. Canedo. Cárdenas, Bernardino de. 3, p. 103).

2 comentarios:

edgaramado dijo...

Muy bueno el artículo! me ha servido para profundizar en una investigacion que estoy realizando sobre la Historia del Paraguay. Saludos y espero más escritos.

Ignacio Porrúa dijo...

Muchas gracias por este fabuloso artículo construido de forma concisa y objetiva. Felicidades al autor