viernes, 22 de febrero de 2008

Los jesuitas y las lenguas de la familia quechua

LOS JESUITAS Y LAS LENGUAS DE LA FAMILIA QUECHUA

Javier Baptista, S.J.

El padre Antonio de Egaña, S.J. en el prólogo al primer tomo de “Monumenta Peruana”, vol. I (1565-1575) dice: “Para todos uno era el idioma oficial, como se suele decir, el quechua, propio de los conquistadores, y que en nuestras Monumenta se llama general, conforme al uso del siglo XVI”.

El idioma oficial del Tahuantinsuyo[1] o Imperio Incaico, que abarcaba gran parte de la región andina, desde el sur de Colombia hasta el norte de la Argentina, se llamaba “runa simi” (lenguaje humano) o “inka simi” (lengua del inca). Los españoles la conocieron como “lengua general”. Está en discusión si se trataba de un solo idioma con muchas variantes dialectales, o más bien, ya entonces, de idiomas diferentes pertenecientes a una misma familia lingüística, cada uno de los cuales a su vez tenía varios dialectos.

Esta última suposición es la que tendré en cuenta en este trabajo. Creo que no se puede aceptar que se hablara la misma lengua quechua en todo el imperio. Supongo que en el Tahuantinsuyo se hablaban varias lenguas de la familia quechua, sin contar las pertenecientes a otras familias lingüísticas.

Según algunos autores el “runa simi” se originó en el norte, sin sonidos guturales, y pasó por vía pacífica, no por invasión militar, al sur, al Cusco, donde recibió la influencia del aymara, que tiene sonidos guturales. Posteriormente, en el Cusco surgió la dinastía de los incas [2], que acabó creando el imperio del Tahuantinsuyo, llamado por los españoles “imperio incaico” o “imperio de los incas”.

Me parece acertada la teoría de la difusión del quechua hasta el Cusco, partiendo del norte, y que en el Cusco esa lengua recibiera mucha influencia del aymara. Como esta lengua tiene sonidos guturales, eso explicaría que las lenguas quechuas del norte tengan sonidos sencillos, como en castellano, y la del Cusco y sus derivadas, como la de Bolivia, tengan sonidos guturales (p,ph, p’; k, khu, k’; q, qh, q’; t, th, t’).

Aunque los españoles la conocieron como “lengua general”, es posible que en zonas donde se hablaba ya el quechua, antes de la llegada de los conquistadores cusqueños, como en el norte del Perú y en el Ecuador, donde parece que fue su origen, la lengua oficial del Cusco se haya superpuesto sobre las diferentes lenguas locales de la familia quechua, conformando una lengua de la clase alta al lado de una lengua parecida, que hablaba la clase baja, o que se hayan hablado las dos en forma paralela. Los cronistas mencionan la existencia de escuelas del idioma quechua, difundidas en todo el imperio, llamadas “Yachay Wasi” (Casa del Saber).

Muchos autores suponen que fueron los misioneros quienes difundieron el quechua en las regiones más alejadas del imperio del Tahuantinsuyo, e incluso fuera de él.

Se acepte o no se acepte la anterior suposición, lo cierto es que actualmente es tan grande la diferencia del quechua hablado de una región a otra, que no se puede admitir que se trate del mismo idioma.

Se suele usar la palabra “dialecto”, que se presta a confusión, pues para unos es un lenguaje únicamente oral, hablado en regiones muy pequeñas, quienes en la educación primaria, secundaria y universitaria usan otra lengua, considerada más culta, por ser más extendida y sobre todo porque habiendo alcanzado ya el nivel literario es la lengua de grandes multitudes.

Es preferible la otra definición de dialecto. Es una variante dentro de un mismo idioma, en el vocabulario, en la gramática y en la pronunciación. Sus diferencias dialectales no impiden la mutua comunicación. Según esto, no se puede hablar de un idioma quechua, sino de varios idiomas de la familia quechua, con sus respectivos dialectos.

Las lenguas de la familia quechua actualmente se hablan conformando lo que podríamos llamar “islas lingüísticas”, porque sin contacto entre ellas se encuentran en medio del mar de lengua castellana. Por otra parte, es evidente que las lenguas quechuas, con sus respectivas variantes dialectales por su aislamiento, y por su poca o ninguna comunicación entre ellas, se han ido modificando independientemente, por la influencia del castellano y por los cambios producidos con el paso del tiempo por el progreso en todos los campos. El castellano y las lenguas de la familia quechua en ninguna parte son exactamente iguales al castellano y al quechua del siglo XVI. En el caso del castellano, lo que lo salvó de la excesiva fragmentación fue la intercomunicación y el uso de la lengua escrita.

El idioma de la familia quechua que se habla en el Ecuador se llama “quichua”. En Bolivia, más o menos hasta la década de los años sesenta era conocido como “quichua”. Ahora se dice y se escribe “quechua”. Solamente las personas de edad siguen diciendo quichua. Durante mi infancia y primera juventud yo decía siempre que hablaba castellano y quichua. Ahora, prácticamente me veo obligado a decir que hablo español y quechua, para no correr el riesgo de ser considerado anticuado, pedante, original, ridículo o inculto. Incluso sucede a menudo que cuando uno dice “quichua y castellano”, no falta alguien que lo corrija diciendo que se debe decir “quechua y español”.

El argumento que se esgrime es que en quichua se dice quechua. En realidad, en algunos lugares, como por ejemplo en el Cusco y en Bolivia, en la pronunciación cambian los sonidos guturales (q, qh, q’), la “i” en “e” y la “u” en “o”. Por esa razón, para pronunciar el sonido gutural se ha escrito esa dichosa palabra con “e” y con diferentes grafías: “kjeshua, kjeshwa, kheshua, kheshwa”, y otras. Se ha ido imponiendo primero la grafía “qheshwa”, y ahora se tiende a escribir “qhishwa”, pero pronunciando “e” y no “i”.

El resultado ha sido que en castellano se han puesto a escribir “quechua” hasta el punto de obligarnos a decir también “quechua”.osgiguturales. por los europeos como por los pueblos induechua. En cambio, en el Ecuador y en el norte del Perú no existen los sonidos guturales, y por lo tanto, tienen solamente las tres vocales “a, i, u”, y tanto en quichua como en castellano no pueden decir sino quichua.

Creo yo que la palabra “quechua”, tanto en el Perú como en Bolivia se debe a la tendencia moderna, mejor dicho manía, de pronunciar y escribir una palabra como en el idioma original. Es algo así como si nos obligaran ahora a decir “yo hablo english” en vez de decir “yo hablo inglés”.

Rodolfo Cerrón-Palomino [3] llama “quechua” a la lengua del Perú y de Bolivia, y “quichua” a la del Ecuador y de la Argentina. Alfredo Torero [4] clasificó el idioma en “quechua 1” y “quechua 2”. Dividió el “quechua 2” en “2A, 2B y “2C”. Según este autor el quechua 1 abarca los dialectos de Huaylas, Conchucos, Huayhuash, Mantaro y Huánuco, en el Perú. El quechua 2A comprende las regiones de Pacaraos, Lincha y Cajamarca, en el Perú. El quechua 2B las regiones de Lamas, en el Ecuador, y Ucayali y costeño en el Perú; el quechua 2C Ayacucho, Cusco, Bolivia y Argentina.

A mi parecer, el quechua de Ayacucho y Cusco (Perú), y el de Bolivia, efectivamente forman parte de una unidad lingüística, pero con muchas variantes. Los hablantes de la lengua quechua del Cusco, Ayacucho y Bolivia no se comunican entre sí desde hace siglos, por lo cual han ido evolucionando independientemente. En el quechua de Bolivia, que tiene sus variantes de poca importancia, algunas palabras son las mismas que en el Cusco y otras las mismas que en Ayacucho. Por ejemplo: En Bolivia y Ayacucho se dice “yaku” (agua). En cambio, en el Perú se dice “unu”. Pero en Bolivia la palabra “unuyay” significa licuar o aguar. En el norte de Bolivia, en la región de Apolo, del departamento de La Paz, el quechua es igual al de Puno (Perú), que parece una variante del quechua del Cusco.

El quechua de Santiago del Estero (Argentina), en realidad ya desaparecido, o casi, no es variante dialectal del boliviano, por lo cual no puede entrar dentro de la clasificación de 2C. A mí me parece más semejante al quechua del norte del Perú y al del Ecuador. Como ha habido y sigue habiendo una fuerte inmigración de quechua hablantes de Bolivia en el norte argentino, es posible que ese hecho haya influido en Torero para clasificar el quechua de la Argentina como perteneciente al quechua 2C.

Según mi experiencia personal puedo decir que me ha sido muy fácil conversar en quechua en el Cusco y en Ayacucho, naturalmente cambiando el quechua boliviano al del lugar en algunos casos. Sorprendentemente, tanto en el Cusco como en Ayacucho encontré algunas palabras y formas gramaticales más parecidas al quechua de Chuquisaca y Potosí, que al de Cochabamba, que es el que yo hablo. Para hablar el quechua de Apolo (Bolivia), más parecido al de Puno (Perú) hay que hacer los mismos cambios, pero no hay problema de comunicación con el quechua del resto de Bolivia.

No he podido entender nada en Ancash (Perú). Aunque al idioma que hablan le dicen quechua, un boliviano no puede comunicarse con ellos en absoluto. A mi modo de ver es otro idioma, con raíces semejantes, como en el caso del castellano, portugués, italiano, catalán y francés. Con mucho esfuerzo uno puede comunicarse algo en el Ecuador.

Los jesuitas llegaron a Lima en 1568. El ministerio pastoral y educativo entre los españoles los absorbió de inmediato. Con todo, ya desde el principio varios de ellos se dedicaron al estudio del quechua, y a partir de 1572 también del aymara. El padre Diego de Bracamonte en carta del 21 de enero de 1569 escribe desde Lima al padre general Francisco de Borja la conveniencia de recibir en la Compañía a los nacidos en el Perú, “porque los de acá saben todos la lengua y están hechos a la tierra. Y mortificados bien y fundados en virtud harán buenos compañeros para los que de allá vinieren” [5].

El P. Sebastián Amador escribió al P. Borja el 1º de enero de 1570: “Hanse comenzado a hacer misiones, conforme al orden de V.P., a los indios comarcanos. Y cúpole la primera al Padre Maestro Barzana, cosa que él mucho deseaba y pedía, procurando con mucho cuidado y afición de aprender la lengua para mejor poder tratar los indios. Y esto, no sólo después que vino, sino también desde que llegó a Panamá y por todo el Mar del Sur. Hase aprovechado tanto con aquello y con la lección que se lee en casa cada tercero día, que entendemos será presto una muy buena lengua. Fue con él otro hermano nuestro, que entiende muy bien la lengua, para que le fuese intérprete”.

El 21 de enero de 1570 escribió el padre Luis López al padre Borja, después de informarle acerca de la labor realizada en varias partes entre españoles: “Pero entre indios se ha de ir muy de asiento para hacer algo, porque es menester la lengua general de los indios, y la particular de cada repartimiento para poderlos confesar, porque con la lengua general las mujeres ni los hombres bajos no se pueden tratar, sino en cosas generales, pero para descender a lo particular no se puede entender si no es con su lengua particular de cada repartimiento. Y por esta causa no se ha hecho fruto jamás en esta tierra, ni se hará mientras no se hiciere lo que en Nueva España han hecho los religiosos. Y es que el que entra en un repartimiento no hay sacarlo de allí, si no es por causas muy urgentes. Y así, sabe la lengua general y la particular, y puede desta manera predicarles y confesarlos”.

Es posible que el padre López, con el término de “lengua particular” se refiera no sólo a las otras lenguas andinas: aymara, puquina, uru, chipaya, sino también a variedades locales del quechua.

El padre Sebastián Amador escribió el 1º de enero de 1570 al padre general Francisco de Borja: “Hanse comenzado a hacer misiones, conforme al orden de Vuestra Paternidad, a los indios comarcanos. Y cúpole la primera al padre maestro Barzana, cosa que él mucho deseaba y pedía, procurando con mucho cuidado y afición de aprender la lengua para mejor poder tratar a los indios. Y esto no sólo después que vino, sino también desde que llegó a Panamá, y por todo el mar del sur [6]. Hase aprovechado tanto con aquello y con la lección que se lee en casa cada tercero día, que entendemos será presto una muy buena lengua” [7].

El padre Jerónimo Ruiz del Portillo escribió al padre general el 9 de febrero de 1575 : “El Padre Barcena [8], ultra de los sermones ordinarios a los españoles, predica también de ordinario a los indios. Y todos los domingos en la tarde van los nuestros en una gran procesión de indios, cuasi innumerables, que va desde la iglesia mayor hasta el hospital, diciéndoles la doctrina. Y en sus parroquias se les predicaba en la lengua, cuando había oportunidad” [9].

En septiembre de 1578 el visitador Juan de La Plaza tuvo en el Cusco una consulta con los padres José de Acosta, provincial, Juan de Montoya, Jerónimo Ruíz del Portillo, Alonso de Barzana y Luis López, en la que se dispuso que en las doctrinas y colegios se diesen facilidades a los jesuitas para el aprendizaje del quechua y del aymara:

“Propuse qué medio habría para que en esta provincia haya muchos obreros que sepan la lengua de los indios para ayudarles, pues este es el intento principal de la venida de la Compañía a estas partes, Respondieron los padres que esto se alcanzará ordenando que los que vienen de Castilla, en el primero medio año estudien de propósito la lengua, pues en este tiempo, estudiando con cuidado, se puede alcanzar mucho della, y sin trabajo la podrán ejercitar en el tiempo de sus estudios, y perficionarse en ella los que hubieren de estudiar, pues hay ocasión ordinaria para catequizar los indios en las fiestas, y saliendo a misiones en tiempo de vacaciones se aprovecharán mucho, y los que habrán ya estudiado en Castilla podrán luego enviarse entre indios a las doctrinas, o en misiones, donde en muy breve tiempo saldrán con el estudio de la lengua para poder ayudar a los indios. Deste estudio de la lengua se podrán excusar los que parecieren necesarios ponerlos luego en oficios por la falta que acá suele haber de ministros y lectores, y también los que parecieren no tener habilidad suficiente para aprender la lengua. También ayudará para esto que los novicios que acá se reciben, antes que salgan a los estudios de artes o teología, por medio año aprendan la lengua de los indios. Y los que tuvieren estudios comenzados podrán en el segundo año de probación aprender la lengua, porque no les dañe para su estudio tanta interrupción de tiempo. Item, a los que se hubieren de ordenar se les encomiende el estudio de la lengua, provocándonos los superiores con medios religiosos a que se apliquen a aprenderla” [10].

El 2 de diciembre de 1578 el rey Felipe II había dispuesto que no se admitan a las órdenes sagradas a los que no sepan lenguas indígenas. En la tercera congregación provincial (1582) se trató del mismo tema. En el acta se lee: “Tratose en la congregación con muchas veras y afecto de los ministerios de los nuestros para con los naturales, y porque sin lengua no pueden dejar de ser como mudos y de poco efecto, pide esta congregación a nuestro padre [11], conformándose con una cédula del rey [12] en que tiene mandado no sean admitidos al sacerdocio los que primero no supieren la lengua general destos reinos, su paternidad ordene al provincial desta provincia guardar el dicho orden con los nuestros, y que con este medio y los demás que a su paternidad pareciere, anime a los nuestros a estos ministerios porque ayudará mucho entender toda esta provincia lo mucho que su paternidad estima esto, como lo han entendido los que a su paternidad han precedido, por ser esto tan proprio de nuestra vocación y instituto” [13].

La disposición de aprender lenguas indígenas se refería también a los misioneros llegados al virreinato del Perú ya sacerdotes. El 8 de abril de 1584 Aquaviva escribió al provincial Baltasar Piñas: “Conviene que todos los que van de Europa aprendan las lenguas, si son sacerdotes luego como llegan, y los escolares al fin de sus estudios antes de ordenarse, y si la pudiesen aprender en el tercer año de probación, sin impedimento del orden y ejercicio de ella, se dispensa que las puedan aprender durante el tal año, pero si fuese impedimento, apréndalas antes o después del tercer año. Por la misma razón no conviene ocupar en gobierno, sino con urgente necesidad, a los que son buenos lenguas y buenos operarios de indios. Aunque es bien no permitir que nuestros hermanos coadjutores lenguas enseñen la doctrina o catequicen los indios, si no fueren de mucha prudencia, edificación y confianza, pero los que tuvieren estas partes se deben admitir a que ayuden a los padres en las misiones, enseñando el catecismo que habrán aprendido primero de coro, avisándoles que no salgan dél a otros dicursos. Por ayudar más a este ministerio de los indios se da licencia al provincial para que los que hobiere recibido por coadjutores, si fueren lenguas, de edificación y tales que se espera serán útiles en tal ministerio, puedan admitirlos antes del fin de los dos años de probación a estudios y a que después se ordenen de misa, y debe usar de esta facultad con mucha moderación y recato, y aun prevenir para no haber menester, recibiendo por indiferentes a algunos que mostraren estas partes. Vea el provincial si en los colegios y residencias donde hay y se crían obreros de indios, será conveniente que haya cada día, o algunos días de la semana, una hora de lección o conferencia de la lengua, si no la hubiere pública, para que más presto y mejor se aprenda, y un día de conferencia de casos prudenciales, y de medios para más ayudar a los indios”[14].

En el siglo XVI se llamaba “lengua” o “lenguaraz” a la persona que sabía dos o más idiomas, y que por esa razón podía hablar en el idioma del lugar o servir de intérprete. El más notable de los primeros “lenguas” jesuitas en el virreinato del Perú fue Alonso de Barzana [15]. En 1567 en espera de la primera expedición de jesuitas a Lima, el padre Barzana comenzó en Sevilla el estudio de la “lengua general” del Tahuantinsuyo en la gramática del dominico Fray Domingo de Santo Tomás, publicada en Valladolid en 1560.

En 1992, con el título de “Gramática quichua” se ha editado en Quito la obra de Fray Domingo de Santo Tomás, cuyo título original es Grammática o arte de la lengua general de los Indios de los Reynos del Perú, nuevamente compuesta por el Maestro fray Domingo de S. Thomás, de la orden de S. Domingo, morador en los dichos reynos.

En la introducción a la edición de 1992 de la gramática de Fray Domingo de Santo Tomás, dice Ruth Moya que la palabra “quichua” en el siglo XVI designaba “a) Una región ecológica, preferentemente de valle y de clima templado; b) Un grupo étnico ubicado aproximadamente por la región de Andahuaylas”. Supone que la designación de la lengua general con el nombre de quichua se añadió posteriormente. Lo más probable es que la palabra “quichua” haya sido inventada (o generalizada) por Fray Domingo de Santo Tomás para referirse a la lengua oficial del Imperio del Tawantinsuyo (o Incaico), llamada “runa simi” (lenguaje humano).

Adalberto Rosat en su “Diccionario Enciclopédico Quechua-Castellano del mundo andino” [16], basado en diccionarios, gramáticas y escritos del Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina, presenta las variedades de significado de la palabra quechua:

“Es oscura la etimología de la voz: qeshwa. Algunos la hacen derivar de q’ewiy, retorcer el icchu (paja brava), aludiendo a la ocupación de los indios de una región fría del Perú. Soguilla de ichhu torcido de sewenqa [17] o también fibras de maguey. Tal vez también las gentes que se dedicaban a fabricar soguillas en su tierra de origen”.

Fray Domingo, tratando de unificar en su gramática las notables variantes que encontró a su paso, crea en realidad un nuevo idioma literario, con el intento de que pudiera servir en las diferentes regiones. Ese sistema de refundir y confundir los dialectos e incluso los idiomas, fue seguido posteriormente en las gramáticas, catecismos y sermonarios. Creo yo que su gramática parte del idioma hablado en el actual Ecuador.

El padre Alonso de Barzana, llegado al Perú en 1569, con el libro de Fray Domingo en la mano, predicó en la “lengua general” en Lima, el Cusco, Arequipa, Potosí y Chuquisaca. Me imagino que no le fue fácil comunicarse en escenarios tan diversos, porque creo yo que ya había diferencias considerables entre el quechua de la costa (Lima) y el de la sierra con sus dialectos (Cusco, Arequipa, Puno, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba). Si bien en lo esencial la gramática de fray Domingo le fue muy útil, es evidente que tuvo que adaptarse, y mucho, a las diferentes regiones.

En 1571 el P. Juan Gómez refiriéndose a la labor del P. Barzana en la doctrina del Cercado, en las afueras de Lima, escribió al P. Borja: “Hase hecho en esta ciudad, fuera della, un pueblo de indios cercado, para que los indios que estaban derramados por la ciudad y los advenedizos se congregasen; con lo cual se ha pretendido por el Perlado [18] y los que gobiernan esta República, que no se hagan muchos pecados que hacían ellos a sus solas. El señor Visorrey[19] y el Arzobispo han dado a los nuestros el cuidado de enseñar a los deste pueblo, para que juntamente les administren los sacramentos. Han edificado en el dicho pueblo casa e iglesia para los padres, y el primer día que se dijo Misa en la iglesia, fue el señor Visorrey allá con los oidores y con otra mucha gente. Pusieron por nombre a la iglesia y al pueblo Santiago, por ser día de Santiago cuando se dijo la primera Misa. El Padre Provincial dijo la Misa y predicó el Padre Barzana en lengua de indio y español, con el cual sermón consoló a los indios que allí estaban congregados, y a los españoles puso admiración, por ver que en obra de cuatro meses sabía la lengua mejor que otros que han estado acá muchos años” [20].

En la misma carta informa el P. Gómez acerca de otra doctrina, la de Huarochiri, situada también dentro de la jurisdicción de Lima, pero lejos de la ciudad: “Y demás desto le pareció al Padre Provincial que los nuestros se encargasen de una doctrina de unos indios serranos en un repartimiento llamada Guadachirí. Lo uno, porque así lo pedía el Visorrey y el Arzobispo; y lo otro porque estaban en aquel repartimiento treinta mil almas sin sacerdote ni pastor que las gobernase. Ha sido desamparada esta doctrina de clérigos y religiosos, por ser la tierra muy áspera y enferma, pero los nuestros pospusieron todas estas cosas a trueque de acudir a aquellas almas redimidas por la sangre de Jesucristo. Fueron enviados allá el Padre Bracamonte y el Padre Barzana y el Padre Hernán Sánchez, el cual quiso el Señor llevar para sí, como ya está dicho. Fueron con los dichos Padres otros cuatro hermanos dos de los cuales eran muy buenas lenguas” [21].

El 12 de octubre de 1572 el padre Luis López escribió desde el Cusco al padre Borja: “El Padre Barzana, que aquí predica, hace fructo”[22]. El Padre Jerónimo Ruíz del Portillo el 9 de febrero de 1575 escribió al padre general:

“Misiones se han hecho de allí [23] algunas, y una de mucha importancia, que fue del Padre maestro Barcena, al cual ordené viniese a Arequipa, y él y el Padre Luis López hicieron allí gran fruto una cuaresma, predicando a indios y españoles, donde hubo conversiones de almas muy perdidas. Y tanta ocupación desto, que no podían cumplir con todo. De allí fue el Padre Barcena a la provincia de Chucuito [24] y Omasuyo, predicando a indios en aquellos pueblos, que son copiosísimos. Y según él refería, halla muy buen aparejo en los indios y mucha benevolencia en los clérigos para con los de la Compañía. Y así, certificaba que era mucho mayor de lo que se pensaba el efeto de misiones entre indios, yendo personas de celo y discreción y buenas lenguas. El no se contentó con la general, que ya sabía, pero diose a aprender la lengua aymará, que es la que por aquellas provincias corre mucho” [25].

En la primera congregación provincial de los jesuitas (enero de 1576) se decidió la redacción de gramáticas y catecismos en lengua quechua y aymara. Se encomendó al padre Barzana la redacción de ambas obras. Escribió el “Arte y vocabulario en la lengua general del Perú” (Lima, 1586). Barzana siguió el mismo sistema de fray Domingo de Santo Tomás: fusionar las lenguas habladas en diferentes lugares en una sola, en realidad incomprensible en su totalidad en todas partes, que podía haber desembocado en una lengua escrita, realmente general, como ha sucedido con otros idiomas.

El 19 de noviembre de 1576 el padre general Everardo Mercuriano escribió al padre Barzana: “Hame animado y consolado mucho la letra de V.R. de 4 de Marzo, viendo la buena disposición que hay en los naturales de esa tierra para que en ellos se emplee la Compañía según el fin proprio de su vocación y el deseo que Nuestro Señor le da de ayudar en estas misiones. Los medios que V.R. me escribe, y también entiendo por relación de otros Padres, me van pareciendo bien, y con la visita del Padre Plaza espero que se dará orden para que se ejecuten todos a gloria de Dios nuestro Señor y bien universal de esa tierra. El trabajo que V.R. ha hecho del vocabulario y del Arte de esa lengua ha de ser para grande ayuda del fin que deseamos. Y así, encarecidamente deseo que los Nuestros se apliquen a esto de aprender la lengua, y estudiarla, porque así sean idóneos operarios de la divina gracia en esa gran viña del Señor. También me ha consolado mucho el trabajo del catecismo grande y pequeño, porque será de mucho provecho y alivio para los Nuestros y los de fuera, de lo cual escribo al Padre Visitador y al Provincial [26]”; [27].

El 28 de noviembre del mismo año escribió el padre Mercuriano al padre Juan de la Plaza: “Hame parecido bueno y útil trabajo el que ha tomado el Padre Barzana acerca de vocabulario, Arte y catecismos. Y así, V.R. le ayude con lo que fuere menester para que esto se acabe y perfeccione para la utilidad de muchos. Cuanto al sacarlo en luz, yo lo remito al parecer de V.R. y del Padre Provincial, para que lo hagan bien examinar primero lo que toca a la doctrina, y vea si será de edificación publicarlo, o para los Nuestros solamente o para todos” [28].

En las actas de la segunda congregación provincial, escritas en latín en el Cusco el 11 de diciembre de 1576 se lee: “En cuanto a los catecismos recomendados por la anterior congregación, ha parecido que conviene ciertamente que su publicación se lleve a cabo. Se encomienda su ejecución al P. maestro Barzana, pidiéndole que termine y corrija el catecismo breve y el Arte y los confesonarios, y que se haga en ambas lenguas quichua y aymara. Se le pide que a ambos catecismos añada otro compendio para uso de ancianos y personas muy rudas. Todos estos opúsculos lleve consigo el P. procurador [29] y se haga cargo de su edición, hecha previamente la censura del lenguaje índico por personas muy peritas, por insignes teólogos, aprobada por algún Ordinario, con lo cual más fácilmente se obtendrá del Sumo Pontífice un breve confirmatorio, y del Rey Católico la facultad para publicarlos. Resérvense para otro tiempo el catecismo amplio y más perfeccionado, con abundancia de vocabularios en las lenguas índicas, cuando fueren llevados a término” [30].

Al enviar las actas a Roma el padre Plaza escribió al padre Mercuriano desde el Cusco el 12 de diciembre de 1576: “Que en la aprobación y impresión del catecismo y confesonario y Arte para los indios, que nuestro Padre dé el favor y ayuda necesaria, porque viniendo aprobados y favorecidos de Roma y de España, serán de mucho fruto” [31].

Habiendo aceptado la Compañía hacerse cargo de la doctrina de Juli, de lengua aymara, uno de los designados para esa fundación fue el padre Barzana, probablemente para que pudiera escribir gramáticas y catecismos en esa lengua. Es posible que además haya pesado el hecho de que en la ciudad del Cuzco había otros sacerdotes que hablaban el quechua. El padre Acosta escribió desde Lima al padre Mercuriano el 15 de febrero de 1577:

“La ida del padre Barzana allá [32] sintieron en tanto extremo los indios del Cuzco, que es cosa de admiración, porque en sabiéndolo vinieron a este colegio[33] y en toda una tarde no cesaron de llorar y dar gritos, y esotro día al amanecer ya estaba la casa y iglesia llena, y por todo el camino, por espacio de una legua, saliendo yo a acompañar a los Padres, vi los indios y indias, de diez en diez y de quince en quince estarnos esperando, y con unas lágrimas vivas decían cosas que enternecieran las piedras y así, nosotros no podíamos contener las lágrimas. Traían sus presentes de lo que tenían y abrazándose de los pies de los Padres, pedían llorando que no los dejásemos, pues los habíamos dado a conocer a Dios, que qué habían de hacer sin nosotros, y que ellos eran chácara recién sembrada, que si no la regaban y cultivaban había de perecer todo el trabajo pasado, y otras cosas a este tono” [34].

El padre Barzana, habiendo ya llegado a la zona del lago Titicaca, se dedicó a la labor pastoral. En la misma carta anua al padre general el padre Acosta incluye una carta dirigida a él por el padre Diego Martínez, superior de Juli, en la que a propósito del padre Barzana dice: “Está el padre Barzana tan ocupado en esto de confesar enfermos y catequizar a otros, que del trabajo le han dado unos dolores, que con dificultad puede andar. Confío en el Señor que le dará salud” [35]. No está claro si esa labor ministerial la realizó el padre Barzana en quechua en la región de Puno, o en aymara, camino de Juli, o ya en Juli.

El padre Mercuriano respondió al provincial padre José de Acosta el 25 de septiembre de 1578:

“No vinieron acá el catecismo y libros del P. Barzana, y el P. Piñas nos dijo la razón por qué no se enviaron ahora. Cuando vinieren se hará con ellos lo que se ha pedido en las Congregaciones” [36].

El 11 de abril de 1579 desde Lima el padre Acosta escribió en la carta anual al padre Mercuriano, refiriéndose a la labor realizada por el padre Barzana en Arequipa: “El padre Barzana con los dos hermanos se recogió al hospital, y no por eso aflojó el hacer los ministerios de la Compañía, predicando en la plaza a los españoles un día de la semana, y otro haciendo pláticas en la iglesia del hospital y a los indios, cuyo ministerio él de todo corazón les ha predicado en su lengua todos los domingos y fiestas con gran fervor, y la doctrina cristiana se ha proseguido siempre por las calles y plazas, así a los españoles como a los indios” [37].

En 1584 se editó en Lima el catecismo trilingüe del tercer concilio limense (castellano, quechua, aymara), reeditado en Sevilla en 1603, redactado en castellano principalmente por el padre José de Acosta y traducido al quechua y al aymara por varios sacerdotes seculares y religiosos. En la traducción participaron los padres jesuitas Blas Valera (quechua) y Bartolomé de Santiago (quechua y aymara). Es posible que tuvieran en cuenta las obras de fray Domingo de Santo Tomás y del padre Alonso de Barzana.

Los traductores siguieron el método empleado por fray Domingo y por el padre Barzana. Como quien arma un rompecabezas van poniendo en un mismo texto las variantes verticales (clases sociales) y las horizontales (regiones). Es muy interesante la observación que hacen los traductores acerca del método empleado:

“Anotaciones o escolios sobre la traducción de la doctrina cristiana y catecismo de las lenguas quichua y aymara con la declaración de las frases y vocablos que tienen alguna dificultad, los cuales se hallarán por su orden de alfabeto.

De la quichua. De dos extremos se ha procurado huir en la traducción de esta doctrina cristiana, que son el modo tosco y corrupto de hablar que hay en algunas provincias y la demasiada curiosidad con que algunos del Cuzco y su comarca usan de vocablos y modos de decir tan exquisitos y obscuros, que salen de los límites del lenguaje, que propiamente se llama quichua, introduciendo vocablos que por ventura se usaban antiguamente y agora no, o aprovechándose de los que usaban los ingas y señores, o tomándolos de otras naciones con quien tratan. Y por huir del vicio de estos dos extremos se tomó [38] el medio, que es lenguaje común, fácil y proprio, observando en la traducción la regla de interpretar sentido por sentido más que palabra por palabra y túvose en esto más atención a las provincias que están fuera del Cuzco y de los pueblos comarcanos y mucho más a los que están fuera, desde Huamanga hasta Quito y a los de los llanos, donde no hablan con la perfección que en el Cuzco, sino algo corruptamente, y en algunas provincias con más barbariedad que en otras, pues siendo de suyo difíciles de entender las sentencias de la doctrina cristiana, no es bien obscurecerla con lenguaje exquisito y de pocos usado.

La imperfección o barbariedad que hay en los que hablan corruptamente la lengua quichua no está tanto en la conexión de las dicciones cuanto en la variedad de los vocablos, que son diferentes de los que se usan en el Cuzco, y algo toscos, tomados de sus idiomas particulares o del uso que comúnmente recibieron todos los que se llaman chinchaysuyos[39], como son tamyan por paran (llueve), pachian por tocyan (revienta), chiquiac por cómer (verde), pistani por lluchuni (desollar reses), sitani por chicani (tirar), chusco por tahua (cuatro), quihua por cacha (yerua), octa por ychu (heno), ullcu por cari (varón), chaguas por paya (vieja), cusma por uncu (camiseta), anacu por acsu (saya de india), y otros vocablos de este modo. También está en la pronunciación que cada provincia la tiene particular y diversa de la del Cuzco, pronunciando la lengua unos más guturalmente que otros (pero desta pronunciación diremos abajo), o quitando letras o añadiendo o mudando, como hara por sara (maíz), octa por socta (seis), coha por cosa (marido), quima por quimsa (tres), pani por pana (hermana), turi por tora (hermano), ullcu por urco (macho), -pis por –pas (también), o acentuando contra el uso común del Cuzco en las últimas o antepenúltimas, como quiera que lo ordinario sea en la penúltima, o hablando con un sonsonete de rústicos y ajenos de policía. Item, está en algunas frases y modos que son toscos, como en la transición de segunda y tercera persona a primera. Dicen ma por hua, como ricumanqui por ricuhuanqui, villaman por villahuan, cumay por cohay. Y también que no guardan a veces la perfecta construcción de las partes de la oración, antes cometen algunos solecismos. Item, en muchas provincias, y aun en las que se habla con perfección, se usan de participios pasivos por verbos activos como micusca cani por micurcani. Y también de sinalefas o síncopas como micuscani por micusca cani, micurcay micurcaiqui por micuecani micurcanqui, de los cuales modos no se usa en esta traducción. Fuera pues, de estas diferencias que aquí se dicen y de otras menudencias que hay en cada provincia, que por evitar prolijidad ni se ponen, en todo lo demás conforma esta traducción con lo que usa desde Quito hasta los Charcas. Para los vocablos o frases que más se usan en el Cuzco y por allá arriba, servirán las anotaciones que abajo se ponen.

Acerca del acento se tenga por regla general que lo más ordinario se ha de poner en la penúltima, y raras veces en la última o antepenúltima. Cuanto a la pronunciación se advierta primeramente que estas vocales e, i, y éstas o, u simbolizan, y así los indios las pronuncian indiferentemente, etiam dentro del Cuzco, tomando la una por la otra: huauque, huauqui, ñoca, ñuca, quellca, quillca, pero lo mejor y más pulido ha parecido el modo como las usa esta traducción. Item, se advierta que los que hablan corruptamente esta lengua mudan la ca, qui, en ga, gui, como inga, ringui por inca, inga, ingui, r en l como chilin por chirin, hace frío, la t en r o en l como capti, capri vel capli, la ll en y, como llalini, yallini, la c en h como coca por coha, la l en ll, como lacta por llacta. Item, que en esta lengua hay muchos diptongos de dos o tres vocales que hacen una sílaba como ay, ao, aue, ia, iu, ua, uay,uy, uu, ejemplo raycu, auca, cocao, ruraquey, pichiu, upiani, huaccha, huauqui, huayna, huyhua, micuusini. Eu no sabemos que la haya en la quichua. De todos estos diptongos se usa en esta traducción y se han de pronunciar como una sílaba” [40].

La cartilla del catecismo limense (oraciones, mandamientos, sacramentos, obras de misericordia) se reeditó muchas veces en el Perú, Bolivia y el Ecuador, con mínima o ninguna adaptación a tiempo y lugar hasta el Concilio Vaticano II. Durante generaciones los campesinos han aprendido de memoria las oraciones sin entenderlas. En Bolivia muchos obispos, sacerdotes y catequistas siguen siendo fieles a los términos del catecismo limense, que ya no se usan o que jamás se han usado en Bolivia.

Los principales traductores al quechua del catecismo trilingüe del tercer Concilio Limense fueron los padres peruanos Blas Valera y Bartolomé de Santiago. El padre Blas Valera nació en 1545 en Chachapoyas. Terminado el primer curso de teología entró a la Compañía en 1568 en Lima. Se ordenó sacerdote en el Cusco en 1573. Conocedor del quechua desde su infancia, trabajó en Huarochiri (1571), Cusco (1573-1576), Juli (1577) y Potosí (1580). El padre Bartolomé de Santiago nació en Arequipa en 1548. Entró a la Compañía en Lima en 1574. Siendo aún novicio fue destinado al Cusco. En 1576 fue enviado con dos padres a dar misiones en Bracamoros (Jaén) y Chachapoyas. Los sacerdotes predicaban a los españoles y Santiago a los indios. El visitador padre Juan de la Plaza escribió sobre él en 1576 al padre general Everardo Mercuriano, considerando que era humilde y obediente, aplicado a la oración, de buen juicio e ingenio y talento para predicar a los indios, cuya lengua sabía bien.

El provincial padre José de Acosta, en carta al padre Mercuriano del 15 de febrero de 1577 incluyó una larga relación del padre Santiago con pormenores sobre las dificultades de los viajes y el fruto obtenido entre españoles e indios. En 1578 viajó a Potosí con el padre Acosta y otros cuatro jesuitas para fundar en esa ciudad una casa de la Compañía. Probablemente se ordenó sacerdote en Potosí, desde donde escribió al padre Acosta el 3 de diciembre de 1580 informando sobre su ministerio sacerdotal y sobre la congregación mariana de indios que acababa de fundar.

Durante el tercer concilio limense (1582-1583) se trató del decreto de Felipe II del 2 de diciembre de 1572, que prohibía en las Indias la ordenación sacerdotal de mestizos. El padre Acosta afirmó en declaración jurada del 5 de agosto de 1583 que en los doce años que lleva en el Perú ha tratado a varios sacerdotes mestizos y aunque en algunos ha visto malas costumbres, en otros ha hallado mucha virtud. Juzga que son muy útiles para adoctrinar a los indios pues saben muy bien su lengua y “los indios les dan mucho crédito y les tienen afición”. Añade que varios de ellos hicieron “muy buenas traducciones” del catecismo del concilio al quechua y al aymara, entre los que nombra a Bartolomé de Santiago y Blas Valera, y termina declarando que no debe cerrarse absolutamente las puertas del sacerdocio a los mestizos que tengan virtud y capacidad de estudio. La carta anua de 1589, que da noticia de su muerte (13 de enero), alaba su dominio de las lenguas quechua y aymara, e informa que había recibido del pueblo el apodo de “Misk’i Simi (Palabra dulce).

El padre Martín Pizarro nació en 1552 en Lima. Fue uno de los primeros criollos admitidos en la Compañía. Hizo todos sus estudios en el colegio San Pablo de Lima. En Quito el padre Onofre Esteban fue el principal misionero popular en quechua. El hermano Ruíz, admitido en la Compañía el mismo año de la llegada de los jesuitas a Lima (1568), fue durante cuarenta años (1568-1618) el compañero imprescindible de los sacerdotes en las misiones populares en quechua, en Lima, Huarochiri, el Cusco, Arequipa, Huamanga y Potosí. El padre Diego de Torres Rubio publicó gramáticas y vocabularios en quechua y aymara (Roma, 1603). En Lima se reeditaron la parte aymara (1606) y la quechua (1619). El padre Juan de Figueredo publicó una edición de las obras en quechua de Torres Rubio, con correcciones y adiciones (Lima, 1701, reeditada en la Revista Universitaria del Cusco (1944-1947) y por Luis A. Pardo (1966). También en Lima el padre Diego González Holguín publicó en quechua una gramática (1607), y un vocabulario (1608), reeditados en 1952.

El padre Pablo de Prado publicó en Lima (1641, 1650) un “Directorio Espiritual” en castellano y quechua, reeditado parcialmente (Lima, 1705). De este tiempo se conservan sermones inéditos en quechua del padre Nicolás Mastrilli Durán. El vocabulario quechua del padre Juan de Aguilar (1690) fue publicado por César Angeles Caballero (Lima, 1955); Bogotá, 1964). En 1761 se publicó en Lima un discurso en castellano del padre Victoriano Cuenca, que incluye algunas poesías en quechua. El padre Joaquín Camaño [41] aportó algunos datos sobre el quechua al padre Lorenzo Hervás y Panduro.



[1] Tahuantinsuyo (Tawantin Suyu, cuatro regiones unidas: Chinchay Suyu, Kunti Suyu, Anti Suyu Qulla Suyu).

[2] Inca (Inka, rey).

[3] Cerrón-Palomino Rodolfo. Lingüística quechua, Cusco 1987.

[4] Torero Alfredo. Los dialectos quechuas. En “Anales Científicos”, vol. 2, nº 4, pp. 446-478, Lima 1964.

[5] Mon.Per. I, p.267.

[6] Océano Pacífico.

[7] Mon. Per. I, p. 354.

[8] Alonso de Barzana.

[9] Mon. Per. I, p. 708.

[10] MHSI. Mon.Per. II, pp. 655, 687.

[11] Claudio Aquaviva.

[12] Cédula de Felipe II del 2 de diciembre de 1578. MHSI. Mon.Per. II, p. 215.

[13] MHSI. Mon. Per. III, p. 215.

[14] MHSI.Mon.Per. III, pp.384-385.

[15] Alonso de Barzana (1530, Belinchón, Cuenca, España-31 de diciembre de 1597, Cusco, Perú).

[16] Mons. Adalberto A. Rosat Pontacti. “Diccionario enciclopédico quechua-castellano del mundo andino”. Editorial Verbo Divino, Cochabamba, 2004.

[17] Sewenqa, siwenqa Especie de pasto que crece hasta más o menos cincuenta centímetros de altura y cuyas hojas presentan filos cortantes. Los campesinos la suelen utilizar para cubrir los techos de sus chozas y para alimentar al ganado vacuno. Se cría en ligares pantanosos y suele también usarse el tallo para tejer cuerdas y sombreros (Diccionario Quechua – Español. Cochabamba, 1976).

[18] Perlado. El Prelado, el Arzobispo Jerónimo de Loaisa.

[19] Francisco de Toledo.

[20] Mon.Per.I.,p. 416.

[21] Los principales lenguas nacidos en el Perú, fueron los estudiantes Blas Valera, ordenado en 1573, y Bartolomé de Santiago, ordenado en 1580, y el hermano Gonzalo Ruíz.

[22] Mon.Per. I, pag, 490.

[23] Desde el Cusco.

[24] Chucuito. Región del lago Titicaca, en la frontera de las actuales repúblicas del Perú y Bolivia, donde se habla principalmente el aymara. En Puno (Perú) se habla el quechua, con características propias, bastante diferenciado del del Cusco.

[25] Mon Per. I, pag. 708.

[26] Juan de la Plaza y José de Acosta..

[27] Mon. Per. II, pag. 37.

[28] Mon. Per. II, pag. 48.

[29] Baltasar Piñas.

[30] Mon. Per. II, p. 96. (Traducción del latín de Javier Baptista, S.J.).

[31] Mon. Per. II, p. 111.

[32] Destinado a Juli, doctrina de lengua aymara.

[33] Del Cusco.

[34] Mon. Per. II, p. 269.

[35] Mon. Per. 273.

[36] Mon. Per.II, p. 399.

[37] Mon.Per. II, p. 632.

[38] Huamanga (Ayacucho).

[39] Chinchaysuyu (Chinchaysuyo). Una de las cuatro partes que conformaban el Tahuantinsuyo (Cuatro regiones unidas). De “chinchay” (tigre) y de “suyu” (región). Abarcaba el centro y el norte del Perú y el Ecuador..

[40] En Bolivia “wawqi” (hermano del varón), amigo íntimo). Debido al sonido gutural, que se escribe con “q”, se pronuncia “e” y no “i”.

[41] Joaquín Camaño (13 de abril de 1737, La Rioja, Argentina-30 de agosto de 1820, Valencia, España).

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