Pedro Orellana nació el 29 de junio de 1925 en Mollini (Arani), Cochabamba. Fueron sus padres Feliciano Orellana y Severina Claros. Fue bautizado a los ocho meses de su nacimiento en la iglesia parroquial del pueblo de Arani. En la misma iglesia, en ocasión de la visita pastoral del obispo recibió la confirmación dos años más tarde. Pedro tenía 7 años cuando su padre, el Feliciano, lo llevó a Arani con motivo de la fiesta de la Mamita la Bella. Ese día una cosa entusiasmó mucho a Pedro, tanto que cuando volvían a Mollini al caer la noche, noche de luna, le dijo a su padre: "Yo quiero ser tata cura" El feliciano estaba muy borracho y no dijo nada. No se sabe si entendió lo que le dijo su hijos, pero se sacó el sombrero saludando no se sabe si solamente a la luna o a todas las estrellas.
Pasó el tiempo. Pedro tenía unos nueve años, y por entonces, al menos al parecer, nadie notaba en él más preocupaciones que la de ponerles ojos, nariz y boca a las pencas de los bordes del camino y la de hacer pocitos profundos con el único fin de llenarlos hasta el tope con el agua de las acequias. Pero en esas llegó la guerra del Chaco, es decir que el Feliciano se tuvo que ir no sé a dónde, y la Severina fue contratada como cocinera en Arani, en la casa de un carpintero, ahijado de sus patrones. De acuerdo con su patrón dejó su piojal a su hermano Tomás. La Severina partió con el Pedrito y sus otros tres hijitos, con la bendición de su patrona, a la casa de don Simón Moruno, de oficio carpintero.
Un día, en tiempo de cuaresma, las gentes se pusieron a hablar mucho del Tata Terceros, que con sus sermones hacía llorar a las mujeres en la iglesia. El Tata Terceros un día casó a unos ahijados de don Simón y de doña Margara. A pedrito le gustó mucho la ceremonia. Lo que más le gustó fue la bendición del Tata Terceros a los recién casados. Al día siguiente del casamiento vio en la calle al Tata Terceros, y se le acercó corriendo. El Tata Terceros le preguntó amablemente en quichua: "¿Qué te llamas?" Pedrito contestó inmediatamente: "Pedrito". El Tata Terceros le preguntó: "¿Quieres una estampita?" Pedrito dijo que no. Y vino la tercera pregunta: "Entonces, ¿qué quieres?" Pedrito dijo tranquilamente: "Quiero aprender a misar"
Esta vez el Tata Terceros se quedó callado un buen rato, miró con ternura al niño, le acarició la cabeza y le pregunto: "¿Cuántos años tienes?" Pedrito contestó: "Creo que once" Luego, el sacerdote le preguntó en castellano: "¿Vas a la escuela?" Pedrito sólo entendió la palabra "escuela", pero no dijo nada. El padre le preguntó, también en castellano: "¿Sabes leer y escribir?" El chico se quedó callado. Y el Tata Terceros le preguntó esta vez en quichua: "¿No sabes castellano?" Pedrito dijo que no.
El padre Terceros se quedó mucho rato en silencio, y estaba ya pensando con tristeza en decirle que sería imposible mandarlo al seminario, cuando se acercó la Severina llorando. Y le dijo al Pedrito: "Tu papá ha muerto en la guerra" Mientras la madre lloraba a gritos, el niño se quedó petrificado y no dijo nada. Después de consolar a la mujer como pudo, el Tata Terceros le preguntó: "¿Cuántos hijos tienes?" La Severina dijo: "Cuatro" Y como intuyendo o adivinando no sé qué le dijo: "El Pedro es el mayor y tiene que ayudar a sus hermanitos. Yo creo que mi patrón me va a devolver el piojal porque mi hermano Tomás se fue también a la guerra. Le voy a pedir que su mujer venga aquí de cocinera y el Pedrito va a trabajar en la finca" Sin despedirse delsacerdote el Pedrito se fue corriendo.
martes, 26 de febrero de 2008
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